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GUADALUPE VALDES
ARTISTA VISUAL
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Infinita vitalidad de la materia
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Infinita vitalidad de la materia

Diálogos con madera

Podríamos decir que todo es azar o bien que con una percepción abierta a todo azar podemos darle un sentido. Probablemente nuestros ojos ven y encuentran lo que buscamos de manera inconsciente.

Recuerdo esa primera visita de obra en una isla al sur de Chile, debía ser corta e intensa pero por alguna necesidad de respirar aire costero, ese olor salobre y gélido antes de regresar a la capital, me indujo a bajar a la playa unos minutos. Ahí, a pocos metros de la orilla me pareció que los colores flotaban, venían con el mar y su lento oleaje, agonizantes trozos de madera que ya desde la distancia me cautivaron. Era invierno y no fue excusa para meterme y arrastrarlos hasta la orilla… y así empezó la primera partida de muchos encuentros y viajes que posteriormente formarían parte de este trabajo, reflexiones mezclas de arte y poesía

De pronto, toda la paleta de aquellos barcos de la zona austral, esculpidos por algún carpintero de ribera, estaban a mis pies.  Naranjas, turquesas, rojo bermellón, verde reja, amarillo rey , azul ultramar …esmaltes que bien conocía, pero que sumadas sus capas de pintura más el desgaste del agua y  el tiempo, eran una nueva y sublime revelación. Vi esas manos del maestro de orilla tallar, pintar una y otra vez, torcer con el vapor del agua la madera, manipular el timón, bajar el ancla, prepararse el mate, combatir la tormenta  y volver a casa. Tenía ante mis ojos materia que habla.

Decidí fotografiarlos, quería dialogar con ellos y llevármelos conmigo donde fuera.  

Impresos en un pequeño formato de composición aurea, los lleve en una carpeta durante casi un año y a modo de croquera, diario, cuaderno de cuentas, citas, quehaceres pendientes y reflexiones se convirtieron en los testigos de mi contingencia y dieron forma sin quererlo a mi primer libro de artista “ INFINITA VITALIDAD DE LA MATERIA/ diálogos con madera”.

Hoy cuando repaso con la vista cada hallazgo y recorro estas hojas con los dedos, me parece TAN HUMANO y es que ellos espontáneamente me humanizan; vuelvo a escribir con lápiz sobre papel, vuelvo a tocar cada surco del tiempo. Vuelvo a recordar el Eclesiastés que dice “polvo eres y en polvo te convertirás”, vuelvo a reconocer la mano que estuvo, la semilla que fue, la poesía que existe y como de aquello que damos por perdido puedo volver a encender una nueva luz.